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Sobre las resistencias. Resistir, hay que resistirse, a ciertos cambios, a la cura represiva. Resistir a un aplastamiento del deseo. No dejarse arrastrar a los planos de la familia, a los estados de quietud que se expresa en la tradición, el querer repetirse en la mismidad de la vida de otros, ser anteriores. Ser calco de los padres. Para qué va a participar de los movimientos políticos, ¿te dan algo?, es una perdida de tiempo, siga con lo suyo. Resistencia al enunciar esta bien el asunto es en parte, pero no del todo. Actualiza, presentifica las cosas, no todo se atiene al pasado. De lo virtual a lo real solo hay que actualizarse. Son las resistencias al cambio que enuncia la psicología social, negación del tiempo y del espacio, puestos en la situación de relaciones vinculares pasadas10. Por qué creer que lo nodal de lo inconsciente, del originario, del arcaico cultural e individual es lo que no permite la conclusión el análisis. El asunto me parece que no está por aquí. En el plano de cuestionamiento de por que no se quiere llegar a los esteros del diván. El diván esa dormidera de las montañas tailandesas en que el cuerpo se aplasta sobre la intangencia del Otro, mirar el techo ¡ya sé que la gente no está en ningún lado! Pero tampoco está en el vacío del techo del consultorio o en los afectos pasados paternales. Resistir es la forma de enunciar que las formas saludables, vitales, afectivas explotan al diván lo hacen mirar a la calle, multiplicar los discursos, que son más de cinco, son más los agujeros, son más los objetos. ¡La calle Lacan, la calle!
Persistencia alegre, necedad, una cierta renuencia hacia los cambios que nos proponen. Porque los cambios que se vienen pueden ser más restrictivos que los estados actuales. Se nos presenta el modelo neo-liberal, si es nuevo pero para nada liberador, en ciertos casos las antiguas formas pueden volverse revolucionarias. Porque de lo que se trata es de transmutar hacia otras dimensiones a los “…espacios de vida donde no hay espacios de vida…”. De las estratificaciones o sedimentaciones que pueden tener una singularidad: acto, enunciado, discurso, pensamiento, saber; pueden que ellas devengan dominantes por lo que algo del pasado deviene resistencial-persistencial. Las resistencias que nos hablaba Foucault, oposición contra los ejercicios de poder, un grupo que se resiste a los discursos ensordecedores o cegadores. Agregarle la persistencia, algo de la fuga del deseo, algún flujo de algo choca contra un muro: manicomio; prisión; escuela; universidad; hospital. Alegre, ligera por que no se propone la dominación, copar los dispositivos de poder e invertir la relación. El deseo inunda, rompe las resistencias, libera, fragmenta y reúne, amplia, nuevas síntesis conectivas-exclusivas. Si es que persiste tanto es que en este recorte, esta segmentariedad algo se quiere imponer, alguna afirmación nos ha de decir que se va a otra cosa, la tan clamada histerización del discurso. Así como la cuestión de cuerpo sin órganos es una aproximación, la persistencia tiene su faz de advertencia. Se puede terminar en un agujero negro, en un microfascismo. De tanto volcarse sobre un territorio – grupo; persona o el yo- puede advenir una sobrecarga de intensidad, no poder sostenerse y estallar. Las contradicciones se tornan insalvables, tan desgastantes que el organismo no soporta, llega al cuerpo sin órganos y luego la nada, pero la carga sigue perdura en donde ya no hay nada, lo blanco es atravesado por unos flujos materiales que lo socavan formando un agujero negro, el tiempo y el espacio son comidos, llevados a otros planos, a otros universos, a otros planetas. Una desterritorialización mortal.
La persistencia nos puede dar de momentos una consistencia referencial, de a ratos poder decir es esto, o soy esto o somos esto. Pero a la vez es que sino conecta con otros universos subjetivos o de valores, algunas potencias, se hunde a sí mismo. Me viene en un instante el caso de Favaloro, cansado de esperar de las respuestas del estado, de las instituciones, de la sociedad misma, se dió un tiro en el órgano para él fundamental y lo demostró con la muerte. Decía un sabio Hay días en que no soy más que una patada, únicamente una patada.11 Lo que creó es lo que lo destruyó. El acto suicida no hay que interpretarlo, es a-significante, se explica a sí mismo. Podemos hacer historia, pero no extender a un más allá de lo que aconteció. El territorio que forma un agujero negro es el corazón. Y no solo era para él, miraba a la Fundación a una institución. Y más allá de la institución era para los que tenían poco medios para mantenerse con vida. Entran también las prepagas y las tranzas de algunos profesionales _la capitalización de la salud. Paradoja singular, que fatal, esto es pura realidad. Cala en lo real, lo ha sido. Por si fuese más allá de lo real, los corazones que salvó, la creación de la fundación tendría que haber sido simbólicos o imaginarios para él. Anudadas borromeicamente a un agujero. Pero esa energía libidinal a-significante, ha perdurado en el tiempo y la fundación ha seguido, ha logrado su independencia estatal o las beneficencias institucionales. El estado actual le ha dado, posteriormente, la posibilidad de recaudación con un programa anual, justamente en el día de la muerte de René Favaloro. La muerte el último límite. Pero no una muerte de un padre, sino de un héroe y aún antes que un héroe un mártir, devenir un cristo. La sociedad ahora colabora, pero será tal vez por la fuerte raigambre religiosa del país, después de la muerte las cosas recién vienen. Pero todo esto se da de un solo golpe, aparece así, no es etiológico, será histológico: cuerpo, órganos, instituciones, inscripciones códigos, valores, mezclas, territorios, enganches…
Γ
Las estrategias tienen que dejar de pensarse en torno a los puntos anteriores o en la militaridad de los planeamientos ¿hacer un planteo entre enemigos o amigos? ¿los puntos son Núcleos excitatorios o inhibitorios?12 o que los enemigos están en nosotros, en nuestras determinaciones o sobredeterminaciones.
Las estrategias tienen que pensarse en un plano blanco, un ir a lo blanco*. Justamente no sabemos ante qué nos vamos a dar. Pues cada institución, cada grupo, cada individuo, tiene: su existencia recortada; todo un mundo posible o imposible; unas afiliaciones particulares y unas conexiones que lo mezclan todo; un conjunto sumamente heterogéneo. Escapa a los monos míticos o a la castración histórica. Y aquello a lo que se le ha llamado diagnóstico, tal vez debería escapar a las vueltas dialécticas, o al principio ordenador del placer y su más allá: compulsión-goce. Empezar a trazar lo que acontece en cada lugar. A qué adhiere ese cuerpo, cuáles son sus organismos, sus desorganizaciones, sus fragmentos, qué atrae, qué expulsa o repulsa. Quiere la entrada de cuestionamientos o cerrarse en unos muros, más asfixiantes que los físicos.
O en los planeamientos de las estrategias a los objetivos dejemos de encabezarlos como espacios de reflexión. Nos cegamos por …la intensa presencia de la razón. Devenir yo donde hay un ello, la casi fórmula de un Descartes victoriano-vienés, hacer conciente lo inconsciente. La hiperconciencia es un esquema falso, una súperdigitación de todo lo acontece pone al cerebro en un estado de pérdida o de justamente engaños ante lo que realmente pasa. Una vigilancia constante, memorizada, de las determinaciones. Fui cegado por tu intensa pasión… Tal vez el trabajo sea el de acrecentar los umbrales de sensibilidad así como también los umbrales de potenciales de acción. Si la sinapsis es de nano-segundos, las acciones, los pensamientos también acrecentarlos en su velocidad y en sus espacios. Espacios de acontecimientos, las escenas se plantean, pero no una teatralización de la memoria sino de la no memoria, de la vivencias, de los afectos, de los flujos de æfección que pasan por los cuerpos de los individuos.
Pensar en un diagrama de las cuestiones del deseo. Está mal planteada la posición inconsciente de deseo. No hay ignorancia o una especie atavismo significativo o a-significante. Y tal vez si hay a-significancia, lo es porque hay cosas que no se interpretan o se re-interpretan con las cosas que siempre están con los que nos dicen que hay que interpretar. Puede haber componentes semánticos, pero también los hay somáticos, como también musicales, o especulares… Y aún así huyen de la interpretación psicoanalítica, vienen en bloque, perceptos.
Si en la prevención hemos encontrado el campo de acción, un campo de acción y ya no de asistencia, las estrategias deberían escapar al campo de las racionalidades, de los ideales, de los mandatos, de las superyoiciaciones. Presto que las atenciones, las visiones, los diagnósticos sacados de aquellos tres caracteres que enunciábamos más arriba. Llegar a donde hay síntomas, sí. Pero no sintomatizar para cuestionar, sacar a la luz lo inconsciente, familiarizar lo ominoso, no hay oscuridad en lo inconsciente, compuesto más que en el agujero negro que se entra la producción inconsciente al quedarse en un solo lado. Persiste, ahonda, cala el tiempo y el espacio, todo lo come, absorbe para sí. Una persona, un grupo, algún yo, un animal.
Por ejemplo ¿en qué otro lado se estrategiza sin tener que lidiar con lo militar?, tal vez el juego. El final del juego es que no hay final. A los niños no les importa el cumplimiento de las reglas, hasta que sale un adulto poniéndolas, o por la “maduración” que en realidad es más social que corporal. La importancia del juego es el juego mismo, ahora el problema de las metas, las hay, pero no son fijas, ni tampoco –como se quiere demostrar- que hay una sola: la castración-límite universal. Los niños extienden los juegos al ponerles nuevas reglas, hacen pasar un montón de cosas que a la vez atraviesan el juego, lo atraen hacia él. Pero para qué, para jugar más, más libertad, más alegría, tratar que el juego dure hasta el infinito, que las horas pasen y que no importa donde se siga jugando.
Y si hay una especie de militaridad de las estrategias pongámosle una militancia, antes que lo castrense _y se sigue acercando a la castración. Estrategias para una militancia del deseo. Allí donde chirrean las máquinas deseantes, donde se ha montado un cuerpo sin órganos, donde las hay líneas de fuga, una micropolítica. Es donde se ha de dirigir el análisis institucional.
Del sadismo masoquismo. La psicología ha tenido sus patologías, por determinados tiempos una serie de prácticas han estado en la punta de las instituciones. Primeramente sufrió de un voyeurismo: la psicología observacional, traslación de las ciencias naturales, sus métodos y comprobaciones empíricas. La validez de un tal concepto o descubrimiento tenía que pasar por el ojo, por cualquier ojo, una comprobación universal. Luego con los avances del psicoanálisis, sobre todo la escuela lacaniana, pegó la oreja al significante, comenzaron también por otras partes los análisis de los discursos, pienso en los trabajos de Chomsky y su gramática generacional, una creación redundante y cerrada. La psicología cayó en un ecouterismo. Oír, ver son las axiomáticas, accio-máticas, acción-mánticas de entrada al campo social.
Pero otra predisposición se me ha puesto al frente: poner en juego la piel; pues ella cubre todo el cuerpo. Artaud decía “no hay, ya no hay superficie” y a colación de ello Deleuze “toda palabra es física, afecta directamente al cuerpo” y Paul Valéry: “…lo más profundo es la piel…”. Y como propongo una consideración socio-bio-psíquica. Antes que las palabras y el baño del lenguaje, hay un baño de leche, una limpieza de la sangre, un golpecito de doctor para que llore, tacto y contacto. NO niego el lenguaje ni la mirada pero también esta la piel.
Deleuze realizó un trabajo de representación de Sacher-Masoch. Es un personaje histórico del cual se saco el término masoquismo (masochismo). En este trabajo mostraba que Masoch presentaba personajes que no gozaban en la otra parte de ejercer el sufrimiento, él solo formulaba un contrato escrito en el que se especificaba que es lo que soportarían y lo que no, y lo hacían firmar al compañero. En caso de que la pareja se pasase de lo convenido, se suspendía la sesión erótica. Es decir no había unidad, o bipolaridad masoquismo-sadismo. Me parece que este el fin del trabajo o hacia donde quería llegar el autor. En Sade el camino era distinto, buscaba más allá de los caminos tradicionales de expresión del sexo. De un goce por lo aberrante. Mostrar las marcas de las enormes instituciones en el cuerpo, extinguirlo, desterrarlo como tal, pulverizarlo en el dolor. Retaba a la ley, estaba más allá de las legalidades, las transgredía. Pero las transgresiones eran de aquellos que flagelaban el cuerpo de Sade: las instituciones. La familia, el matrimonio, la prisión, el estado, la medicina. Sus actos y escritos eran meramente eróticos, de sexo inusitado, de “Sodoma y Gomorra” la in-fricción es lo que ha circulado históricamente llegando como lo único a sus lectores. Sade desde dos perspectivas: como atacante de la moral y escritor. Aún hoy es un personaje que da de comer a varios productores de cine y otros editores literarios explotando ese aire de perversión, que rodea a Sade.
A lo que quiero llegar es a que: si la psicología ha de sufrir su propia patologización, que en el futuro sea las de las afecciones en el cuerpo. Pero un cuerpo que escapa a la medicalización, a la anatomía, a la organización. Cada cuerpo, una subjetividad, la individualidad (hacceidad) cuerpo con sus inscripciones, sus potencias y sus inhibiciones. En las instituciones se marcan los cuerpos, con vestimentas, con regularidades, comidas, bebidas, etc. En el espacio público es donde las prácticas van a comenzar a sus estados de salud o sus estados de patología. Un Logos y un Pathos callejero.
La palabra nunca está vacía, es plena solo depende de qué se la llena, hacia dónde apunta cuando se dirige. Mira o habla despóticamente, estatalmente, reaccionariamente, tradicionalmente o es accidental, minoritaria, revolucionaria, novedosa. Y si afecta al cuerpo… las histéricas nos lo han mostrado, sin símbolos, algún órgano palabra, órgano lenguaje. O los esquizofrénicos, los nombres son los de la historia: “Soy Napoleón”, “Soy Einstein”; “Soy Goku, ven a mí nube voladora”, “Soy un príncipe Mongol”.
No hay nombre del padre. Son puntos signos “Cuando hacer-signo, es hacer”13, con la polifonía de los signos y además de la fonía, con las escrituras, las imágenes, etc.
“Las voces que rodean la escena. Los movimientos, ritmos, sonidos e imágenes del modo como la escena “afecta” al grupo. Lo que recorre el contorno de la escena. Los bordes de lo plegado. De modo que el grupo puede trabajar no solamente doblando a los “sujetos” de la escena sino también asumir la incorporalidad del “entre”. Todo aquello que pasa “entre” los miembros”.14
Θ
No nos conformemos con que la salida sea un acto creativo, si las redes del psicoanálisis es a su interpretación, el acto creativo está de entrada, o posteriormente, cruelmente coartado. Si las salidas son las transiciones por las tres categorías analizadas anteriormente, la salida creativa es dirigida en contra de la muerte, de la ley, de los padres. El acto está cas(z)ado a quedar en los límites de lo simbólico, circulando imaginariamente. Tal vez lo que sea a criticar es lo que se considera como creativo y no el acto.
La creación como inserción de la novedad, saliéndose de las viejas habitaciones edípicas, o de los consaberes. Alargando el lazo, creando lazo, saliendo del narcisismo infantil, del primario, para pasar a ser secundario ¿y llegaríamos a un terciario? Un nuevo saber a lo que se nos dice como fijo, cuestionar el discurso amo o de los amos del universo. Esto va, pero a lo que volvemos, por que se vuelve, es a la crítica de contra qué se sale. Y decir que no es solo eso.
Las posiciones de implicancia, la implicancia o volver a la responsabilidad jacobina, decir he sido yo solo, por mí cuenta hice todo esto. Es caer en la trampa del individualismo del capitalismo. Desconectar las acciones, las relaciones, las verdaderas implicaciones inconscientes, pero quien soy para hablar de verdaderas o falsas implicaciones. La cuestión es que tampoco podemos poner de índice libidinal la queja o la protesta, desde fuera del acontecimiento. Negar los grupúsculos que llevamos-arrastramos con nosotros. Toda protesta es sostenida por algún grupo, toda queja es dirigida a un cúmulo de cosas, será la posición ante lo que molesta, una especie de apaciguación del molestar en la cultura. Y tal vez sea esto un molestar a la cultura, pero a lo que deviene histórico, sobre todo tradicional-convencional.
Lean a continuación un trabajo de hendición de las palabras:
Creación re-acción acción creacción
Las virtualidades dan el paso a la realización o actualización, entonces …lo imposible sucede e e e e…ponerle una bomba a tu iglesia. Ó, que algunas acciones son precipitadas por la reacción, el asesinato del resentimiento es poner en actividad aquello que ha quedado pegado a la memoria. Aun así lo real o la actualización tiene tras de sí una nube de imágenes virtuales, gravitando alrededor. La reacción no es solo oposición a la acción o memoria constante, es un camino de un afuera que ha quedado plegado por mucho tiempo, dictando qué hacer y que no. Desplegar ese resentimiento abrirlo de la interioridad, sacarlo de su tiempo y de su espacio, darle una nueva topología, un nuevo lugar donde realizarse.
Todo acto, es ya en sí creativo, la cosa es poner en acto. Las inhibiciones actuales, son los impedimentos del cuerpo, los vendajes que se os han puesto. Pero no es que sea un análisis de las intenciones, de la malignidad de algunos actos, sino que me parece que acontece así.
El problema es que se puede caer en otro tipo de acto, el repetitivo, el compulsivo. Caer en las instancias de lo cíclico y el fenómeno-sensación-síntoma del círculo vicioso. El acto creativo diferencial es de la presentación de la novedad. Y yo sé que lo nuevo siempre vino corriendo… El punto es que se toma un solo elemento para medir la repetición, la representación.
El análisis psicoanalítico es el que vuelve la diferencia a la mismidad15. Lo Otro o el Øtro es lo Mismo.
La acción es ya revolucionaria, mutante, puede que tenga matices de una similar, sus vetas de igualdad y sin embargo arrastra tras de sí su o sus diferencias. Esta es la trampa que se nos ha hecho, fomentar la repetición, la mismidad, la eternidad. Y a su vez, como aliando a la mismidad, se pierde la particularidad del acto, perder que cada acto es una singularidad. Pero no por aislado, sino por el conjunto de particularidades que lo hacen único en su momento.
Por ello es que tampoco debemos cerrarnos en la esteticidad de la creatividad. Si bien el arte ha dado cuentas históricas de la creatividad, los movimientos sociales también dan cuenta de la creatividad. Veo una Cuba a finales de la década de 1950, un Octubre ruso, un Diciembre argentino, un Tucumán del 69, un Chiapas zapatista en 1991, una desmanicomialización en Río Negro en 1995. “También en política hay creadores, movimientos creativos que en algunos momentos ocupan la historia.”16. Entonces no solo como combinación y corte de las series paradojales que deviene una metáfora, una creación poética. Entran en la creación sustancias heterogéneas, posibles e imposibles, estalladas, milagreadas, pero realizadas, efectivas y novedosas.
Si bien son salidas de los moldes, que se nos han impuesto, pero es contra de eso que se ha terminado en esto. En lo político también puede haber creatividad.
La línea clínica de conducción, es línea de fuga del deseo. El camino que nos queda es el de una ética-estética-experimental del deseo. De una lógica del sentido a una lógica del deseo. La Búsqueda de la novedad, de la diferencia, de un territorio nuevo o un nuevo universo referencial… ó
Andá pensando
en el color
de tu prisión
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NOTAS
10. Pichón Riviére El proceso grupal. Del Psicoanálisis a la Psicología Social.
11. Oliverio Girondo. Espantapájaros (Al alcance de todos).
12. Michel Foucault. La enfermedad mental y personalidad.
*** Ramiro Córdoba. Entrever. 2006.
13. Felix Guattari. Seminario sobre Las Transferencias.
14. Hernán Kesselman y Eduardo Pavlosky. Entre en Psicodrama.
15. Ver. Emiliano Galende. Historia y repetición. Ed. Paidós Bs. As. 1992
16. Gilles Deleuze. La carcajada de Nietzsche. Texto extraído de “La isla desierta y otros textos”, Gilles Deleuze, págs. 155/166, editorial Pre-textos, Barcelona, España, 2005.
17. Gilles Deleuze. La carcajada de Nietzsche. Texto extraído de “La isla desierta y otros textos”, Gilles Deleuze, págs. 155/166, editorial Pre-textos, Barcelona, España, 2005.
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FILMOGRAFÍA
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V for Vendetta.
What the bleep do we now.